Tomado de www.esquife.cult.cu
Abundan quienes consideran necesario estar sobre los límites que imponen las tallas semi-anoréxicas de las modelos o la perfección griega de jóvenes esculpidos por las manos de Praxiteles. Otros asumen que no queda otra opción que retirar las libras de más.
Lo cierto es que la belleza o la satisfacción de cada uno de nosotros con el cuerpo será siempre una aspiración para el hombre. Es por ello que algunos son capaces de someterse a cirugía para moldear los límites que la moda impone. Esa es la premisa de la exposición El cuerpo deseado, una serie de fotografías que muestran la peor cara de estas intervenciones quirúrgicas. Retirar la grasa que se acumula por la concentración de tejido adiposo supone penetrar en cada porción de ese territorio hasta extraer todo el contenido que se aloja en distintas zonas del cuerpo.
Para Ricardo Marujo, cirujano brasileño que ha concebido esta muestra, tiene como objetivo denunciar, y sobre todo, mostrar: «lo físico de aquella parte oscura del alma humana escondida detrás del simulacro de la perfección…»La deformidad que provoca el sobrepeso en los humanos es una de las causas principales por las que posteriormente algunos deben costearse las sesiones de cirugía y rehabilitación que supone la reconstrucción de las zonas afectadas. Otros se implantan silicona en el abdomen, el pecho, las nalgas…, lo que distingue a El cuerpo… es la fuerza de las imágenes, se basa sobre todo en mostrar los tejidos cortados, la carne sangrante, hasta provocar en uno un sentido de repulsión a lo que ves, mientras la curiosidad hace que vuelvas la mirada para terminar el repaso de las obras.
Colocada en la sala Electa Arenal del Centro Provincial de las Artes Plásticas, la muestra reúne un conjunto de imágenes contundentes, es la otra cara ante tanto rostro perfecto, ante caderas bien moldeadas por el bisturí quirúrgico, ante abdómenes que simulan las barras de chocolate repartidas en perfectos cuadros.
En la serie norteamericana Nick to, un equipo de cirujanos plásticos hacen todo estas operaciones, aunque siempre buscan soluciones ante de cortar sobre la carne. En uno de los capítulos una señora de más de cincuenta años insistía en realizarse la quinta operación para elevar las pieles caídas de la cara. Los cirujanos estaban obligados a ceder ante la petición de la señora, pues hacía unos años y un par de operaciones atrás, ellos habían dejado unas tijeras en el abdomen de la mujer, ante tal descuido su reputación se encontraba en peligro si no cedían y hacían lo que ella pedía.
El capítulo concluía con la certeza de una parálisis, pues en la mesa del salón de operaciones la señora no resistió, debido a que consumía una gran cantidad de drogas que le afectaban la reacción de los medicamentos indicados para poder realizar la quinta y última operación que podría hacerse la señora pretendida por el placer de la silicona y los implantes.
Al recorrer cada pieza todo el mundo observa callado y casi no puede entender que el trozo de carne roja sean los abundantes pechos de una mujer retirados a corte de bisturí, que las zanjas profundas sean otras porciones del cuerpo humano, marcado por líneas discontinuas que denotan el recorrido de la mano segura de un cirujano.
La antigua y clásica pretensión griega de que cada humano este concebido sobre las líneas perfectamente establecidas de la Venus de Milo, o el modelo ideal de cualquier otra representación masculina será el patrón de medida para que los seguidores se sigan adorando en el cuerpo deseado, que puede ser el de uno mismo o el deseo que uno cree despertar en otros cuerpos. Desde el propio título de la exposición su autor ha jugado con eso, con la capacidad de adorar la perfección, las líneas, las curvas, la delgadez sensual y el rostro juvenil que con el paso de los años se pierde para siempre.
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