martes, 18 de mayo de 2010

¿A quién le interesa hacer teatro y por qué?

Por Carlos Melián Moreno

En un momento de "El carretón de los sueños", obra presentada en el parque Calixto García, el protagonista comenzó a interpretar cualquier animal que le dijera el público, hizo un cerdo, una serpiente, un perro. De pronto alguien pidió que representara a un mexicano y éste, en pleno trance, sacó una metralleta imaginaria y comenzó a disparar.

"El carretón…" cuenta la historia del teatro, o mejor dicho, de las criaturas tanto histriones como escenógrafos, o músicos que echan su suerte en una manifestación artística que no suele hacer rico a nadie, todo lo contrario, y ahí los ves, insolventes, desarrapados, con los trajes rotos y escupiendo palabras.

Desde el hechicero en la cueva, hasta el juglar, el bufón, el actor del teatro isabelino y la vedette, dependían no solo de un intérprete, también de un equipo de especialistas que eran menesterosos o casi mendigos como el héroe del drama, (ése que al menos se lleva los aplausos), todos ellos abandonados a su suerte, en una carrera hacia la oscuridad, persiguiendo algo, como esos insectos que viajan kilómetros buscando una luz. Una luz en la que mueren achicharrados.

¿A quién le interesaría representar una historia de esta, digamos, sin contundencia política, ni circunstancial? Pues a los actores de In Lak´ Ech (“Yo soy otro tú”, en lengua maya), que vienen de una ciudad llamada Reinosa, del estado Tamaulipas, en la frontera de México con Texas, Estados Unidos.

¿Por qué un actor decide escoger una obra, y no otra? Tal vez porque esa los desnuda, comulga con una actitud propia de asumir la vida. Les interesa, porque es también su historia: todos viven de otra cosa que no es la actuación.

Así que en su vida cotidiana la músico Norma Valenzuela es una maestra de música; el pintor escenógrafo, Ricardo López, es pintor; la actriz Mappy Sarabia estudia actuación y Carlos Puga, el actor, es ingeniero eléctrico.

Hay algo maravilloso --cuentan los personajes de la obra-- en los rostros fascinados, las sonrisas y los aplausos de los espectadores. Esa retroalimentación, por llamarla de algún modo, puede bastar para que un individuo con cierta sensibilidad, decida ser actor. Y morir achicharrado ahí, o disuelto en el viaje.

Durante la representación, por lo tanto, se recalcó cuánto de soledad y sacrificio hay en los que deciden tomar el camino de las tablas, que a menudo suele estar vinculado con el éxito y el reconocimiento social.

Es una obra que sondea y acerca a los niños y jóvenes a cuál puede ser el origen negro del actor, y su supervivencia en el mundo moderno. Y es una puesta que, a su vez, nombra lo que ves en estas Romerías de Mayo: uno sale a la calle, mira a su alrededor y ve lo mismo, no encuentra a ningún triunfador.

Al final no se contestó la pregunta ¿qué origina a un actor? Quizá lo explique aquel momento donde el personaje saca una ametralladora y dispara representando a su país.

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