sábado, 7 de mayo de 2011

El arte joven se impone

Por Carlos Melián Moreno

La australiana Molly Contogeorge tiene 20 años. Para llegar a Holguín pasó 26 horas sin dormir e hizo escalas en Oakland, Santiago de Chile, Ciudad Panamá y La Habana.

Su madre y manager, Catherine McSoriley, la acompañó en uno de los viajes más largos que se pueden hacer de un punto a otro de la tierra, luego de que una de las traductoras de Comunicación Cultural la contactara por correo electrónico.

“Leí sus datos en una revista y le escribí a su madre”, cuenta la chica que al mismo tiempo le hace protocolo. Ahora espera que las invitadas hayan visto copadas sus expectativas.

Molly trajo su propio pedal, lo conecta al piano que le instalan, sonríe, cierra los ojos y, concentrada, toca y canta. Compuso su primera canción a los diez años y tiene grabados dos discos, uno en 2008, y el otro en 2011, que presentará cuando regrese a su país.

“Vine por una experiencia de primera mano. En Australia no tenemos mucha información sobre la cultura cubana, así que llegué con la mente abierta”, anuncia Molly.
La madre contesta las preguntas de La Luz: su carrera es asumida como un proyecto de familia. Quién mejor que ella para ser su manager. Es guitarrista y profesora, posee un gran catálogo de canciones para bandas sonoras, melodías de jazz, baladas, canciones pop y rock y ha compuesto para artistas de los Estados Unidos, Inglaterra, Alemania y Suecia.

Mientras canta, Catherine la observa sin mirar al auditorio. “Este camino fue una elección suya, no la forzamos, y cada paso lo salvamos juntas”.

Tanto Molly como otros músicos vienen a estas Romerías a chocar, a inicios de carrera, con el público y ver qué pasa. El arte joven termina imponiéndose.

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